sábado, 5 de noviembre de 2011

bang!

Después de pasar los últimos cien, doscientos o trescientos días buscando qué es lo que le falla a la humanidad, encuentro la respuesta. Yo soy el que fallo. El mundo está creado bajo la supervisión del propio mundo, vivimos bajo unas leyes vitales predispuestas y todo lo que no está a nuestro alcance lo denominamos como sueño. Si sales a la calle un sábado por la tarde te puedes encontrar todos los prototipos de seres humanos; las señoras que pasean viendo comercios porque sus maridos no se entregan como lo hacían 30 años atrás, consumidas por la programación de telecinco y aburridas por la monotonía de sus vidas; las familias de treintañeros con su par de hijos a los que visten con jerseys de algodón y pantalones de pana, pequeños bastardos malcriados cuya aportación a la sociedad en un futuro no tan lejano como a priori parece no es más relevante que el de las señoras previamente citadas; los grupos de adolescentes que buscan ser diferentes, que luchan por hacerse un hueco, que quieren encontrar su propio estilo para hacerse notar, destacar en una sociedad donde lo más difícil es no hacerlo; los últimos despojos del régimen franquista, en su mayor parte señores de 60 años hacia arriba, empeñados en criticar el progreso y la estúpida actitud modernista y tan socialista de la juventud; y por último la gente que, como yo, no tiene una vida propia lo suficientemente interesante, con lo cual pasa a hacer un estólido análisis de todo el que le rodea.
No sé si es la genealogía de la moral de Nietzsche, el Tombuctú de Auster o las fresas salvajes de Bergman pero a cada momento el mundo se oscurece un poco más. Después es cuando ves un indicio de felicidad y dices, ésta es la mía. Nada más lejos de la realidad, para qué engañarse, no es tan fácil. Y más cuando eres un histriónico, excéntrico y escéptico individuo al que ni siquiera yo mismo haría caso. Lo peor es el momento en el que decides que no haces nada sumamente importante y te decides por escribir cuarenta líneas que vagarán por el espacio-tiempo, sin que nadie repare en ellas, sin que nadie al menos comparta algo de lo que ellas dicen.
Cuando llega ese momento, es entonces cuando te paras y te haces la maldita pregunta que ya te deberías haber hecho hace mucho tiempo: "¿A dónde quiero ir a parar?".
Se necesita un medio, algo que el fin pueda justificar, porque sin medio... ¿a dónde vamos a ir?, la gente busca la autocomplacencia, mediante métodos tan burdos como el sarcasmo o el aplastamiento psicológico, eso a los que les funciona el cerebro debidamente. Todos buscamos algo, queremos llegar a alguna parte, pero si nos damos cuenta de que no tenemos ningún fin... ¿para qué intentarlo?
Pintamos el mundo como queremos, reímos, lloramos, sentimos, creemos que todo esto tiene algún sentido pero en definitiva todo es simbólico. Seguimos modas, pretendemos no hacerlo, es más, creemos que no lo hacemos, pero una cosa está clara, cuanto más diferente te creas, menos lo serás.
Nadie brilla como la Estrella Polar, nadie es tan importante como lo es lo que no es nada. Tenemos fases ideológicas, sentimentales, existenciales, pero nunca dejamos de ser más de lo que siempre hemos sido, un punto negro y desarraigado con el mundo, un intervalo minúsculo en la historia de la historia.
Prejuicios, ética, invenciones varias de la humanidad y de la sofocante vida que perpetuamos, ni los más revolucionarios piensan que matar está bien. El mundo está a nuestra medida, para que soñemos con que alguna vez todo va a cambiar para mejor, para que creamos que la tristeza es una mala racha, para que nos traguemos el rollo de que vendrán tiempos mejores. Si un gramo de metal puede acabar con nuestra existencia, ¿qué derecho tenemos a tomar decisiones?
Un ejemplo para los colaboradores de Sálvame y telebasuras varias: comer con las manos está mal.
El mundo es perfecto por sus imperfecciones, no cabe duda de que el que dijo esto no tenía la educación secundaria.

sábado, 11 de junio de 2011

puede que sea bonito, quizá.

Mientras escribo esta carta, quiero que quede patente que mi estado anímico sublevaba el desarraigo y el acrecentamiento desesperado de la frustración por no ver cumplidas las expectativas que yo mismo tenía marcadas para mi persona. Vamos, que no soy lo que esperaba a día de hoy.

Cuando lloraba, experimentaba un sentimiento de liberación interior, de comprensión con el mundo y ante todo una obvia relación mundana que me abducía bajo la supervisión de mis familiares, amigos, y demás personas cuya relevancia llegaba a ser vital en mi vida y sin los cuales no habría podido pasar siquiera un día en este mundo sin experimentar el más crudo desconcierto ante la realidad que distaba en valores incalculables de mi mágico pero insatisfecho mundo.

Cuando dejé de llorar, sin embargo, me encontré con la pureza de la brisa y del amanecer, asimismo como con el tormento de la responsabilidad, los despropósitos humanos y la carga que supone básicamente la existencia supeditada a la supervivencia en un lugar donde lo que menos te apetece es vivir. La extraña y desigual repartición neuronal entre los habitantes de ésta nuestra sociedad ha creado algo que el comunismo no podría soportar. Sí, señor, una sociedad de clases mayor que la del feudalismo que respeta las leyes de la biología y la bioética así como las influencias clásicas, renacentistas y barrocas, cuya mezcla nos lleva a descifrar que; o eres, o no eres.

Me explico. Tú eres si tu capacidad intelectual en términos porcentuales ronda el 0 en términos absolutos. Si superas eso... lo siento, tu destino es terminar desdichado, solitario, incomprendido, tachado de excéntrico y llevado a la más extrema marginalidad por los demás humanos autárquicos o quizá por tu propio orgullo que te impide la convivencia con seres cuya única conversación se limita a: "menuda cachonda".

Veamos, nuestro estado, el Español, promulga un sistema democrático, en este momento con tintes socialistas que en ningún momento son llevados a la práctica desde ningún punto de vista, y alega que todo ciudadano debe tener unas mismas condiciones, a la vez que todos deben respetar ciertas Leyes preestablecidas por humanos (leyes de humanos para humanos, valga la redundancia) ¿Qué somos? ¿Borregos dirigidos por pastores sin titulaciones ni ideales que se adhieren a lo que más beneficios les reporta? Desde luego, la respuesta es sí. Vale que la crítica no es más que una pistola de agua ante esa barrera de represión y protección al líder.

Vale que no hacía nada escribiendo esta carta, vale que no me servirá de nada volver a llorar sabiendo lo que es estar con la cara más seca que un río sin esperanza.
Puede que suene a tópico pero, al fin y al cabo, la vida no es más que eso, un río, o quizá un arroyo. Son bonitos los arroyos.

jueves, 2 de junio de 2011

no me lo puedo creer.

Sueños rotos bajo una caja de cartón. Pesa ya demasiado. La frustración la fue llenando de pedazos de desilusión. Los brazos ya flaquean, las piernas se doblan ante el camino hacia la esperanza. Dos almas que quisieron ser una, un corazón que decidió dividirse en dos. Una letra que lo cambiaría todo, un alfiler que perforaría tu piel lentamente ante la impotencia de saber que en realidad no hay ningún alfiler.

Imaginar que imaginamos, vivir lo que intentamos creer que es vida. Para qué hacer el bien, para qué seguir las normas establecidas, para qué creer que podemos llegar a ser algo. Para qué, decidme. Sois estúpidos. Mirad el cielo y decirme que veis. Nada, ¿verdad? Pues eso es lo que hay. Nada, en todas partes. Si te apetece una tarde de lluvia, sólo tienes que coger y soñar que llueve. Si te apetece dormir, sólo debes soñar que duermes. No. Odio a esas personas que se creen filósofos hippies por pensar que la vida es... bueno, ya sabemos como son los hippies. ¿Vivir la vida cómo si fueran dos días? Qué diablos significa eso. Que el primer día debes sacarte la universidad, el segundo hacer 40 años de vida laboral y esa noche morir. Eso significa. Vaya lemas más sarcásticos se gastan algunos. Estamos aquí porque no servimos para nada, para algo somos humanos. La raza humana sólo sirve para la raza humana, ya me entendéis. Para favorecerse a sí misma... y sobre todo para perjudicarse. Y cuando me vaya nadie llorará porque nadie ha reído conmigo, pero sabéis, me da igual, porque vosotros también os iréis y por mucho que lloren no por ello volveréis.
Mis objetivos en la vida, mis ambiciones, mis metas, mis propósitos, la finalidad de mi vida. ¿Cómo? ¿La finalidad de mi vida dices?
Ser enterrado en un cementerio decente, que para algo me preocupé algo por algo.

domingo, 22 de mayo de 2011

ya no quema.

Sentémonos juntos a la vera de la cálida y ligera llama que brota desde nuestro interior. ¿Por qué la necesidad de algo más? El sueño se terminó para evitar el fin. Punto y final. No hay necesidad de buscar un nuevo comienzo para algo que terminó antes de terminar. Ya lo decía mi amado Dante. "¡Oh gente humana, para volar nacida! ¿porqué al menor soplo caes vencida?" Pisamos nuestras limitaciones porque creemos que así podremos traspasarlas. Nacemos, reímos, lloramos, amamos, sufrimos, nos vamos. ¿Nada más? El tiempo no mudó para evitar la mudanza, no. Estamos muy equivocados. Las limitaciones existen, ¡que me lo digan a mí! Basamos nuestra realidad en un falso valor de sociedades, ¡menuda estupidez! Para llegar a vivir 100 años hay que comer verdura, hacer ejercicio y tener una vida honrada y servicial. ¡Al demonio con los cien años! Odio la maldita verdura. Y es que a todo el mundo le gusta creer que sabe. Que sabe sobre política, sobre física, sobre historia, sobre amor, sobre valores disciplinarios, que sabe lo que es saber. Esto necesita un vuelco, vamos a acabar desamparados ante tal establecimiento social. Todo está predefinido. Duras mentes cerradas, que no miran más allá de lo que han visto, ¡abrid los ojos! Buscamos progresar. ¿Qué necesidad hay de sentirse parte de algo? Parte de un todo, de un rango, de una nación, de un maldito grupo social. ¡Que le den al estatuto de autonomía y a los políticos que se creen que pueden solucionar que cada día millones de personas pasen hambre!
Estamos muy confundidos, pensamos sólo en lo correcto, en lo que creemos que es lo correcto. Vivamos sólo por vivir y no por creer que vivimos.

viernes, 6 de mayo de 2011

no puedo apartar mi vista de ti.

Me despierto. La suave brisa de la mañana entra por las rejillas de las persianas y mueve a duras penas mi flequillo. Camino sin rumbo bajo las escaleras de caoba y siento caer el agua cristalina sobre mi cara. Ligeramente coloco mi mano sobre el pomo metálico. Abro la puerta a la esperanza. Ella entra, se sienta, se sirve un poco de café con leche y después se va como si nada hubiese ocurrido. Perdón, sí que se nota la diferencia. Falta un poco de café.

Salgo corriendo a través del agujero en la parte trasera de la casa. Ya nada me retiene allí. Es un círculo de desilusiones y ambigüedades. Tengo una entrevista de trabajo. Un poco de tierra en el pantalón. La sacudo con disimulo. Me coloco la chaqueta y me siento a responder unas preguntas a la amistad. No he sido escogido, y me voy como si nada hubiese ocurrido. Perdón, sí que se nota la diferencia. Falta un poco de dignidad.

Salgo corriendo a través del corredor. No aguanto más en esa ciudad. Cojo el vuelo 27 hacia Zúrich. Delicioso chocolate suizo. Me siento a la luz de la luna a comer un poco con la felicidad. De pronto me roba el chocolate y se va como si nada hubiese ocurrido. Perdón, sí que se nota la diferencia.

Ya no tengo chocolate.

martes, 26 de abril de 2011

extraños.

Bíceps fortalecidos. Aparatos sumergibles. Relojes de arena que funcionan al revés. Triste apariencia volcánica sobre un fondo viscoso. Lenguas fuera, metralletas de platino. Coged un poco de agua. La necesitaréis cuando menos lo esperéis y más la deseéis. Abrasador frío que surge de las tinieblas luminosas. Emergiendo como un ave fénix interceptado por la belleza de la mayor de las estrellas que componen el universo.

Locura indeseable, felicidad detestable, incomprensión fiera, fragilidad ingenua. Datos acumulados que no dan para más que para llenar una extravagante hoja de papel. Vida apagada, muerte a punto de candescer, el fuego de los ojos abrasa el camino de la boca. Tres, setecientos cuarenta y ocho. Números, letras. Álgebra. Filosofía, historia. Historia de la filosofía. Sueños rotos por un dedal. Lo inquebrantable se deslizó por el ínclito limonero y para su desgracia fue a caer sobre la desdicha. Un pedacito de algodón para curar los destrozos bipolares de algún individuo al que la vida tiene insatisfecho.

Pequeños trozos de mí, de ti, de él, de ella. Ruiseñores revoloteando sobre la tumba de sus sueños. Herejía en plenitud, sucumbe a el apetito del éxito. Humanidad desgastada. Desgastada de ser excesivamente humana.

Menudo futuro nos depara nuestro pasado.

lunes, 25 de abril de 2011

al contrario.

Demoníaca esperanza que corroe vuestras venas. Vivís, os mantenéis esperando ridículamente a que vuestro tiempo se convierta en algo más que simples minutos. Buscáis, soñáis, intentáis débilmente que vuestra estúpida existencia encuentre algún tipo de libertad, esa libertad que os condena, que os condena a ser libres.

Ponéis en un atípico, pusilánime e ignoto deseo vuestra alma, vuestro soporte, se desvanecen dos decenas de gramos y puede que uno más, y a partir de ahí, comenzáis a vagar sin rumbo ni dirección predeterminada por el sendero que marcan vuestras absurdas ilusiones.

Creáis un sublime, celestial, negligente mundo propio, secante a la realidad. El sistema crea un prototipo civil, y busca formar en su entorno un cementerio. Un cementerio compuesto por tumbas de vivos.

No se os ocurra decir vuestra opinión, podríais tener la mala suerte de llevar la razón.

martes, 19 de abril de 2011

fuera.

Odio la religión, porque no me gusta pensar que alguien está controlando mi destino.
Odio el destino, porque no me gusta pensar que no soy yo quien controla mi vida.
Odio los idiomas, porque no me gusta pensar que algo me define.
Odio las matemáticas, porque no me gusta pensar que lo que pasa a mi alrededor está determinado por unas leyes fijas.
Odio la amistad, porque no me gusta pensar que alguna vez esa persona y tú seguiréis caminos diferentes.
Odio el amor, porque no me gusta pensar en dolor.
Odio el dolor, porque no me gusta sentir el sufrimiento bajo mi piel.
Odio lo material, porque odio pensar que algo está definido fuera de mi mente sin poder hacer nada.
Odio los finales felices, porque no me gusta engañarme.
Odio la esperanza, porque no me gusta esperar eternamente.
Odio la eternidad, porque no me gusta la indefinición.

Espera un segundo.
Dime, ¿qué es lo que no odio?
Tienes razón, por mucho que piense lo contrario, no sería capaz de decirte algo distinto a que te quiero.

felicidad.

Escribe en tu corazón esas sílabas,
sueña, hábil, que su destreza es pura,
si sus letras borran con amargura,
lejos, al fondo de tu mar envíalas.

Sueña, bajo dulces ojos de fuego,
que ese mundo es real por un instante,
líbrate de todo rival constante;
crea bajo tu luna un suave juego.

Propaga tu estigma, bonita y audaz,
no temas, no dudes, pequeña joven,
aunque no lo creas, serás muy capaz.

No olvides, la felicidad no te roben,
el miedo, sarcástico, vil y voraz,
es tu único rival, que así lo asolen.

coeur.

Es una brillante decepción el saber que toda decepción es brillante. Caer en el barro, atónito, levantarme limpio de la suciedad que antes concernía a mi persona. Me cuesta. Me cuesta expresarme, expresar mis conocimientos, mis pasiones, mis sentimientos, y me cuesta expresar el desdén que me produce mi falta de expresión. No brillo, mi opacidad en absoluto resulta una característica reseñable en el contexto social pleno de “personalidades brillantes”. Me cuesta. Me cuesta derramar una lágrima, decir un “te quiero” sincero, y aceptar que no siempre tengo la razón. ¿No os ocurre? Esa sensación de saber que te equivocas pero en el fondo tener la intuición requerida para ofrecer una realidad verídica. Me cuesta, mucho. No espero nada abrumador ni mis expectativas de éxito en la vida superan la neutralidad. Pero al menos algo, un resquicio de esa palabra que tanto añoro y que tanto he eludido.

Esto no es literario, sino un obvio autorretrato. Pesimismo, diligencia, abstracción. Podría vaciar el diccionario de la RAE en un texto si supiese que realmente me iba a llevar a obtener algo. Pero no entiendo qué busco concretamente con esto. Mirad, cero metáforas. Las adoro, vivo con ellas y vivo en ellas, pero también sé evitarlas. Todo sea por… bueno, está claro el por qué, ¿no creéis?

Hace unos meses, dejé de creer en todo. Además de la religión, la ciencia y todas esas realidades prejuiciosas de las que opino que sólo buscan soliviantar el ambiente, dejé de creer en el amor, en la muerte, en la amistad, incluso en la felicidad. Me encerré en mi mundo de los sueños, y me equivoqué. Vaya si lo hice.

Los sueños no son más que una creación del subconsciente que nos hacen percatarnos de ellos mismos. Suena ridículo, pero los sueños no son más que el reflejo de los sueños.

Soy estúpido ¿De qué me sirve vivir en un mundo paralelo esperando enternamente a una secante que corte? Vaya, me cuesta más de lo esperado evitar las metáforas.

No creo en el destino. Ni en la suerte. Ni en las casualidades. Creo que no creo en nada.

Es mi filosofía. Extraña y divagante, pero mía.

mis mejores deseos,

no te hagas daño.

Sencillos amigos del destino unidos bajo una ceremonial banda sonora. Vuestros hombros recogen la anárquica esperanza de la que alimentáis vuestra vida.

Estamos aquí. En esta incertidumbre, en este paseo de flores mal sembradas, en este mar de agudo y pícaro oleaje sin cese. Incrédulo el vencedor, de este partido eterno. Vivís amedrentados por el miedo a tener miedo, no hay temor más fatídico. El tiempo abate vuestras sabáticas ilusiones, vuestras limitadas alegrías y vuestras satíricas existencias.

Doble vuelta de moneda registrada en el azar que concluye contigo. Suenan campanas de alivio y dolor, las notas musicales deletrean el destino y el joven ingenio se consume ante la impotencia experimentada.

Exhaustivo intento de creación de brillo eterno cuan joven músico de Liverpool en trágico desenlace. Significados cognitivos que acompañan a la incógnita. Incógnita es todo aquello que no es incógnita. Lago cristalino de alma oscura y presente subsanado por la diligente sociedad. Abruptos senderos que te llevan a un falso prado de tulipanes holandeses. Ciencia que intenta aplicarse para descubrirse.

Descripción inequívoca de la excéntrica realidad. Engaño, rojo, vil engaño. Corrupción referencial a la sobresaliente pero insuficiente destreza gubernamental.

Se escucha un disparo. Apaga el cigarro de la vida. O quizá trata de encenderlo.

Desprende su perfume de extrañeza sobre los húmedos y opacos claveles danzantes del mundo. Fuego, verde, fuego. Un buque atraca, otro es atracado. Tus rizos serpentean alrededor de la llama estúpida de la lógica. Ecuación de exponencial dificultad presenta una ávida solución. Sin contemplaciones.

Mis mejores deseos,

instante.

Escribo para vosotros. Vosotros sois el todo que confirma mi nada y la nada que da sentido a mi todo.
Vosotros… sólida forma de expresar algo que la brisa puede borrar en un instante. Un instante. El tiempo que hace falta para creer en la existencia de vosotros. O quizá menos, o quizá más. En realidad la duración de ese instante la elijo yo mismo.
Brilla, brilla allá arriba. Baila con la luna y serpentea alrededor de las estrellas como si de un mito se tratase.
Es real. Es mi realidad la que compone el amago de pesadilla de los demás. Sufrimos como tristes soldados que mueren en su propia guerra.
Una guerra que jamás debían haber emprendido y de la cual se arrepentirán durante toda su estancia en el limbo. Limbo aplastante, dulce y amargo, brillante y oscuro por momentos.
Adiós hermosa y decepcionante juventud hola tiempos esotéricos de oscuridad.
Profundo. Abriendo puertas de imaginación virtuosa y escándalo catastrófico para terminar en el lugar que el destino te ha encomendado.
Salvo que. Salvo que decidas que tú eres tu destino. La explicación a las cosas inexplicables que la vida nos presenta se encuentra en los estúpidos detalles.
Vosotros. Bella proyección de mi subconsciente que a diario alarmáis mi sentimiento de algarabía desinteresada hacia vuestro ser.
Merezco despertar y dejar de soñar por un instante. Volvemos al significado de un instante. Tú eliges su longitud. Entonces por esa regla, tú eliges la longitud. Sí. La longitud. Despertarte de un sueño supone internarse en otro más profundo sobre el cual el sueño previo ha influído de forma intrascendental. O eso creemos.
Es la genialidad lo que viene dado por un sexto sentido, literalmente hablando, por una capacidad para comprender cosas.
He dicho genialidad, no significa eso pérdida de la cordura. Un loco puede estar perfectamente cuerdo. Lo admito, estoy loco.
Pero loco por vivir sin intentar comprender por qué estoy loco por ello, loco por aprender a desmenuzar el jugo de cada instante. Vaya con los instantes…
Todos intentamos aparentar lo que no somos mediante actitudes extenuadamente forzadas y corrompidas por el candente deseo de alcanzar la añorada felicidad.
Pero que es felicidad, si esperamos hasta la eternidad en busca de su fin.
Y no, no me refiero al fin de la felicidad.
Mis mejores deseos,

allí.

A veces me pregunto para qué escribo.

Rápido se me vienen a la mente diversas razones. Desahogo, procura de mi mismo, necesidad de sentirme vivo, realizado. La sensación de autorretratarse sobre un vago papel es sublime.

Pero es sólo eso. Un retrato absurdo.

El mundo espera. En cada rincón de este encontrarás una sorpresa que te delatará ante tus propios sentidos, experimentarás sentimientos que desguazarán tus pensamientos y soñarás con hacer lo que nunca has imaginado.

El poder de una persona reside en su capacidad para soñar, para tener ilusiones, para no ponerse metas, para superar los obstáculos que se le propongan, y siempre bajo unos principios que podrán ser, o no, los correctos convencionalmente.

La correción es algo subjetivo.

Que no se puede volar. Quien lo dice. Yo si puedo. Puedo volar, crear sentimientos con mis manos y destrozar la historia. Nada no se puede hacer. Este mundo es un juego que te pone a prueba. Probemos entonces, probemos cuan alta es nuestra capacidad de volar.

Introduzcámonos en esta película exultante, en esa aburrida novela y en esa disparatada comedia. Bailemos al son de la luna y hagamos que las estrellas se postren ante nosotros.

Cuando todo esto esté cumplido. Sequémonos el sudor que se derrama por nuestra rosada mejilla y gritemos que nada es imposible. Gritemos hasta perder la voz.

Conjuremos lo inconjurable para desmenuzar los más profundos secretos de la existencia.

Soñemos.

azul.

Hola. Escribir. Dulce agonía.

Ver tu pequeña sonrisa. Estrambótico placer.

Trescientos años pasaría a la vera suya.

Soñando, de alcanzarla algún día.

Soñar. Sustento vitalicio.

Pesadilla. Insustituíble terror sin confirmar.

Tú. La mayor incógnita de mi existencia.

Yo. Simplemente mendigo de ti.

La genialidad viene en frascos pequeños.

O quizá no.

Extraña coincidencia.

Suerte dispar.