sábado, 18 de marzo de 2017

papá

Había pensado en escribir algo describiéndote, ya sabes, hablando un poco sobre esos temas recurrentes de todas las comidas familiares, sobre la calma que nos proporciona tu carácter afable o lo cercano que siempre eres aunque tengas tus propias formas de comunicarte. De todos modos, la verdad es que me he encontrado conmigo mismo en proceso de repetición, porque creo que estas cosas ya te las he dicho alguna vez y realmente ya las sabes, así que creo que lo mejor que puedo contarte es algo que te haga sentir bien, porque últimamente las cosas no nos permiten hacerlo demasiado a menudo, y a ti en concreto menos que a nadie. Y la verdad es que no te mereces que ni siquiera las circunstancias de la vida, que siempre son incontrolables, te arranquen ese derecho.

Así que te voy a hablar sobre una imagen recurrente de mi infancia: tú esperándome en el patio del colegio a la hora de la salida, con los brazos cruzados y las gafas de sol puestas, como una especie de Men in black mal conjuntado. Si me dijesen que llevabas un pinganillo y estabas comunicándote con la secreta para informar sobre posibles trapicheos me lo habría creído, supongo, aunque la verdad es que yo me creía casi cualquier cosa que se me dijese.

Siempre me has parecido una persona parecida a lo que veía al salir del colegio: muy seguro, muy firme, muy estable, muy difícil de perturbar. Lo cierto es que estos últimos años te has venido un poco abajo. Supongo que es normal: sujetar los altibajos emocionales de una familia durante casi dos décadas no debe ser nada fácil. En medio de toda esta serie de cosas que nos están pasando y que, sobre todo, te están pasando a ti, querría que supieses que todos estamos dispuestos a ser sargentos con gafas de sol y brazos cruzados para ayudarte y hacerte sentir seguro.

Soy consciente de que para ti no es nada fácil admitir tu debilidad o exponerte a la sensibilidad de expresar las cosas del modo en que las sientes, pero quiero que sepas que no pasa nada, no tienes por qué hacerlo. Todos sabemos el miedo que da que los demás nos vean como a alguien débil, como a alguien a punto de desmoronarse, pero ese es otro de los derechos que nadie nos puede quitar. Y nosotros vamos a estar contigo seas la persona segura, firme y estable de mi infancia o la persona que sufre, porque al fin y al cabo seguirás siendo tú pese a las circunstancias, y nosotros te queremos a ti más allá de ellas. 

Vamos a agarrarnos al mástil porque vienen todas las mareas juntas: es una época para plantarle cara a la vida y decirle que estamos aquí y que estamos juntos, y que mientras eso siga así nos puede lanzar lo que quiera, que no nos vamos a quebrar. Esto es lo que tú me has dado: algo por lo que luchar, algo grande y algo que llena el corazón, toda una familia que es como una coraza frente a la tempestad. Hoy es el día del padre pero tú eres mi padre todos los días, con todo lo que eso conlleva, ya sea en Calabuig o en la playa jugando un fútbol-tenis. Yo, de vivir, me quedo con cosas como haber crecido contigo. Ojalá pueda salvaguardar a mis hijos del mundo 22 años, como has hecho tú conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario